Las conexiones por red permiten a los empleados de una empresa colaborar
entre sí y con empleados de otros lugares u otras empresas. Posibilitan
el contacto de maneras nuevas, a la vez que lo estrechan más de lo que
jamás habría cabido imaginar, entre personas de la oficina o de
cualquier punto del globo. Si la empresa está conectada por una red,
nadie está lejos de nadie.
Existen tres tipos de redes:
• Redes de área local
• Redes de área extensa
• Internet
Las primeras, las redes de área local (LAN, del inglés
Local Area Network) hacen posible, por ejemplo, que todos los
trabajadores de una oficina compartan el uso de una impresora.
Si disponen del software adecuado, también sirven para
compartir archivos, colaborar en proyectos y enviar mensajes
instantáneos o de correo electrónico de forma simultánea. En fin, se
trata de una red pequeña que sólo precisa un cable, y ni eso siquiera en
las redes de área local inalámbricas.
Las redes de área extensa (WAN, del inglés Wide Area Network) son LAN
más amplias. Conectan varias redes locales, por lo general para larga
distancia.
Internet es la mayor red del mundo. Se compone de
numerosas redes locales y extensas, conectadas para facilitar que se
compartan recursos. Las intranets no son ni más ni menos que conexiones
privadas especiales que se mantienen en Internet.
Las pequeñas empresas manifiestan gran interés por las
redes de área local y, por supuesto, por Internet. Cuando son pequeñas,
por ejemplo, con dos equipos de trabajo, basta con conectarlos entre sí
y compartir los recursos, consultar archivos del otro equipo, compartir
la impresora, etc. Es lo que se denomina una red de igual a igual.
Marcha bien hasta que, mientras se ejecuta una tarea en uno de los
equipos, el otro tarda siglos en cualquier cosa o hasta que no se puede
imprimir como no se cierren aplicaciones en el otro equipo. Abajo la
productividad, arriba la frustración.
Cuando sucede lo anterior, existe la posibilidad de
convertir la red de área local en una red con arquitectura de cliente y
servidor. Hay que instalar un servidor, el cual conecta todos los demás
integrantes, los clientes. Aunque todos los clientes de la red tienen
contenido relacionado con la empresa en sus discos duros, los archivos y
los recursos disponibles para compartir están conectados al servidor;
de ahí la denominación de estructura de cliente y servidor.
De este modo, los recursos se controlan desde una
ubicación central y resulta más fácil archivar el contenido de negocio
relevante y hacer copias de seguridad de éste. Como el servidor se ocupa
de procesar las peticiones de la red, se mejoran al máximo el flujo de
trabajo y la productividad. El servidor ejecuta, asimismo, procesos
automáticos para ordenar todo lo que pase por él, poner en cola las
peticiones y establecer prioridades.
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